En muchas pequeñas y medianas empresas industriales se da por hecho que tener una evaluación de riesgos es lo mismo que cumplir con la ley. El documento está. Se entregó. Se archivó. Pero en prevención, tener no es lo mismo que cumplir. Y desde luego, no es lo mismo que proteger.
Una evaluación mal hecha —desactualizada, genérica, o desconectada del día a día real del trabajo— es un riesgo en sí misma. Porque no permite prevenir, ni justificar medidas, ni defender la seguridad de la empresa ante una inspección o accidente.
En este artículo te explicamos cómo saber si tu evaluación cumple con los criterios técnicos y legales, qué consecuencias puede tener una evaluación incorrecta y cómo mejorarla con herramientas eficaces.
El problema real: Muchas evaluaciones no cumplen con lo que exige la normativa
La Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales establece que toda empresa debe realizar una evaluación inicial de los riesgos, revisarla ante cualquier cambio y mantenerla actualizada. El Reglamento de los Servicios de Prevención (RD 39/1997) y las directrices del INSST definen los criterios técnicos y organizativos para su desarrollo.
Sin embargo, en la práctica, es frecuente encontrar:
- Evaluaciones genéricas, copiadas entre puestos, sin tener en cuenta tareas reales.
- Ausencia de actualización, a pesar de haber cambiado maquinaria, turnos o procesos.
- Medidas preventivas que no se pueden aplicar (o que nadie aplica).
- Técnicos que no conocen el sector, ni han visitado nunca el centro de trabajo.
- Falta de trazabilidad: documentos sin firma, sin fecha o sin revisiones periódicas.
- Nula participación del responsable de prevención o del equipo operativo.
Todo esto no solo anula el valor preventivo del documento, sino que pone en riesgo directo la continuidad del negocio ante una inspección o un accidente.
¿Cómo saber si tu evaluación de riesgos está bien hecha?
No necesitas ser técnico para hacerte estas cinco preguntas clave y detectar si tu evaluación sirve… o no.
¿Refleja los riesgos reales de cada puesto y tarea?
Una evaluación útil va más allá de enunciar peligros genéricos como “riesgo de caída” o “exposición a ruido”. Debe analizar de forma específica:
- Qué tarea genera el riesgo (ej. carga manual de sacos), no solo los efectos.
- En qué condiciones reales se desempeña el puesto: entorno físico, turnos, herramientas.
- Qué perfil de trabajador la ejecuta (formación, experiencia, posible sensibilidad).
- Cuál es la frecuencia y duración de la exposición al riesgo.
Si el documento no describe lo que ocurre realmente en tu empresa, no puede ayudarte a prevenir.
¿Incluye medidas preventivas específicas, realistas y aplicables?
Una evaluación útil no es solo un diagnóstico: es el punto de partida de la acción preventiva. Por eso, debe especificar:
- Qué medidas se deben tomar.
- Quién las ejecuta.
- En qué plazos.
- Qué recursos son necesarios.
- Cómo se verificará su implantación.
Medidas como “formar al trabajador” o “utilizar EPI” son inservibles si no se detalla: ¿en qué? ¿cuándo? ¿quién lo supervisa?
¿Tiene validez legal?
Según el RD 39/1997, la evaluación de riesgos debe estar:
- Firmada por personal técnico competente.
- Fechada, con indicación de cuándo se realizó.
- Revisada periódicamente o ante cualquier cambio.
Si tu documento no tiene firma, fecha o un histórico de revisiones, puede considerarse inválido ante una inspección.
¿Se basa en criterios técnicos válidos y contrastados?
Una evaluación con “valoraciones intuitivas” o sin justificar pierde valor técnico y legal. La normativa exige:
- Utilizar criterios reconocidos (INSST, normativa UNE, guías sectoriales).
- Aplicar métodos técnicos: DAP (Directa Apreciación Profesional), MAE (mediciones), herramientas como REBA, NIOSH, OWAS…
- Documentar las decisiones técnicas, no solo listar resultados.
Esto es clave sobre todo en riesgos higiénicos, ergonómicos o psicosociales.
¿Se hizo con conocimiento del sector?
No se puede evaluar lo que no se comprende. Evaluar una línea de producción en una industria alimentaria no tiene nada que ver con una oficina o un laboratorio químico.
Quien hace la evaluación debe:
- Conocer los procesos reales de producción.
- Visitar el centro de trabajo y observar las condiciones in situ..
- Hablar con las personas que organizan y ejecutan las tareas diariamente.
Una evaluación redactada desde el despacho, sin contacto con la actividad real, no previene ni protege. Y desde luego, no resiste una inspección.
En Preconlab apostamos por evaluaciones presenciales, hechas por técnicos que conocen el entorno industrial de Cataluña y comprenden los riesgos propios del sector. Solo así se puede diagnosticar con precisión y proponer medidas viables y efectivas.
¿Quieres saber cómo debe realizarse correctamente una evaluación de riesgos desde cero?
Te lo explicamos paso a paso en este artículo: 👉 ¿Cómo realizar una evaluación de riesgos laborales?
¿Qué pasa si la evaluación está mal hecha?
Una evaluación incorrecta tiene consecuencias más allá de la multa. Estas son algunas de las más relevantes:
Sanciones administrativas: las infracciones graves pueden suponer multas de hasta 40.000 €, según el grado de incumplimiento.
Responsabilidad penal del empresario: si ocurre un accidente grave y se demuestra que no se evaluó bien el riesgo, el empresario puede ser penalmente responsable.
Más accidentes, más bajas, más costes: sin medidas adecuadas, aumentan los daños físicos y económicos.
Intervención de la Inspección: tras un accidente o denuncia, pueden obligarte a rehacer la evaluación y suspender actividades.
Pérdida de confianza en la empresa, tanto del equipo como de clientes o colaboradores.
👉 ¿Quieres saber qué tipos de riesgos debes tener en cuenta en tu empresa? Consulta: ¿Qué es un riesgo laboral?
¿Cada cuánto se debe revisar la evaluación de riesgos?
La evaluación no es un documento estático. Según la Ley de PRL y el RD 39/1997, debe revisarse siempre que:
- Se cambien procesos, maquinaria, organización o turnos.
- Se detecten deficiencias o daños en la salud de los trabajadores.
- Se incorporen personas especialmente sensibles (mayores, embarazadas, personas con enfermedades crónicas…).
- Se introduzcan nuevos productos químicos o condiciones especiales.
Y si nada de esto ocurre, debe revisarse de forma periódica, preferentemente una vez al año en entornos industriales, como recomienda el INSST.
¿Y si además pudieras automatizar la prevención?
En Preconlab no solo realizamos evaluaciones de riesgos ajustadas a tu realidad. También ponemos a tu disposición una herramienta digital propia que convierte la evaluación en un plan de acción operativo, documentado y medible.
Con nuestra herramienta puedes:
- Generar automáticamente acciones correctoras a partir del informe técnico.
- Asignarlas a responsables con fechas límite.
- Documentar con imágenes que la acción se ha ejecutado correctamente.
- Hacer seguimiento de cada medida, con trazabilidad completa.
- Exportar informes para inspecciones o auditorías.
Con este sistema, reducimos la carga administrativa, aumentamos el control y facilitamos que el responsable de PRL o RRHH pueda demostrar que la empresa actúa… no solo archiva.
¿Tu evaluación de riesgos cumple con la normativa y protege de verdad?
Si no estás seguro, no esperes a tener una inspección o un accidente para descubrirlo. En Preconlab revisamos tu evaluación sin compromiso y te indicamos si está actualizada, bien fundamentada y orientada a la acción.
Porque prevenir no es solo cumplir. Es anticiparse, proteger y asegurar la continuidad del negocio.
Contáctanos y te ayudaremos a convertir la prevención en una herramienta eficaz para tu empresa.