Según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social en 2022 se notificaron cerca de 1,2 millones de accidentes y 862 muertes. El sector servicios registró el mayor número de siniestros (con alrededor de 340.000), seguido de la industria manufacturera (con más de 100.000) y de la construcción (con cerca de 85.000). La falta de formación y entrenamiento, el uso inadecuado de maquinaria y equipos, y el incumplimiento de las normas de seguridad fueron las causas más comunes de accidente.
A pesar de la evolución de la ciencia y la tecnología, el número de lesiones asociadas al entorno laboral sigue aumentando. Según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), solamente en el sector industrial se produjeron 102.235 accidentes y 114 personas fallecieron el año 2022 en España. Las caídas, los impactos de objetos y los cortes y golpes con la maquinaria son algunos de los siniestros más habituales, accidentes que, en su mayoría, son evitables con el cumplimiento de las medidas de prevención necesarias.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que entró en vigor el año 1996 y ha sido modificada en múltiples ocasiones hasta la actualidad, establece la obligación de realizar evaluaciones de riesgos y planes de prevención, así como de llevar a cabo investigaciones y notificar los accidentes laborales, con el fin de promover la seguridad y la salud de los trabajadores. Las empresas que incumplan esta ley, de carácter nacional, se pueden enfrentar a sanciones, multas e incluso responsabilidad penal, de acuerdo con la gravedad de los riesgos y los trabajadores afectados. Más allá de las consecuencias legales y económicas que dichas empresas puedan sufrir por una mala gestión de los riesgos, las consecuencias tienen un alto coste humano. Además la siniestralidad afecta negativamente a la productividad, el clima laboral y a la reputación de la empresa.
La solución está en la prevención. Si quieren hacer del lugar de trabajo un entorno seguro, en el que la protección sea la prioridad, las empresas deberán implementar múltiples acciones para favorecer la prevención.
Tras una evaluación y una buena planificación de los riesgos, se deberán aportar los recursos necesarios y la formación apropiada para minimizar los riesgos e informar y capacitar al personal. Aplicando las medidas adecuadas y adoptando la cultura de la prevención de riesgos como filosofía se conseguirá un entorno de trabajo seguro y protegido.
La cultura de la prevención
Los valores, creencias y comportamientos que promueven la salud y la seguridad en el lugar de trabajo conforman la cultura de la prevención de riesgos, que se basa en la responsabilidad compartida entre todos los miembros de la empresa, desde la dirección hasta el trabajador individual.
Construir un entorno de trabajo seguro es primordial para el bienestar de los empleados, lo que a su vez tiene grandes ventajas a nivel económico. Los trabajadores que se sienten valorados, respetados y apoyados por las empresas se sentirán más comprometidos con su trabajo y serán más productivos. Por otro lado, la protección de su salud, mental y física, tiene un impacto positivo en su capacidad para trabajar de manera efectiva.
Por lo tanto, adoptar una buena política de prevención de riesgos laborales y favorecer el bienestar de los trabajadores es una estrategia efectiva para aumentar el rendimiento y productividad de una empresa.
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